En la localidad de I Becchi – comuna de Castelnuevo D’Asti , entre las colinas de Monferrato a 30 km de Turín, Capital del Piamonte, nació Juan Melchor Bosco, el 16 de agosto de 1815, hijo de Francisco Bosco y de Margarita Occhiena.
Sus padres eran campesinos muy pobres y muy cristianos. Tenían 3 hijos: Antonio (nacido de un primer matrimonio de Francisco), José Luís y Juan Melchor (del segundo matrimonio). Debido a una pulmonía fulminante, el 12 de mayo de 1817 moría Francisco Bosco, dejando viuda a los 29 años a Margarita Occhiena con sus tres hijos. En ese año se produjo una gran sequía en la zona por la cual toda la población cayó en una hambruna que la joven viuda tuvo que afrontar con sus tres muchachos.
Pese a que Mamá Margarita era una campesina analfabeta se dedicó por entero a la educación cristiana de sus hijos. Les enseñaba el catecismo que se lo sabía de memoria y los inició en la oración sencilla y confiada, dirigida al Padre Dios. Cuando Juanito tenía 8 años lo llevó a un sacerdote para que se confesara, recibiendo así orientaciones morales muy seguras. Entre los 9 y 10 años Juanito aprendió a leer y escribir de la mano del sacerdote y profesor José Lacqua.
En estos mismos años de su infancia tuvo un sueño que le quedó grabado por toda su vida. Juanito vio en este sueño su futura misión: educar y ser amigo de los jóvenes y muchachos y usar para esto no la fuerza sino la bondad, entendió que Jesús y María eran quienes lo habían llamado para esta misión. Al narrar Juan al otro día este sueño a su familia, su madre Margarita le dijo: – «Tal vez…tal vez con esto llegue a ser sacerdote!» Y la abuela concluyó: – «No hay que darle tanta importancia a los sueños”.
Juanito Bosco era un niño campesino robusto y trabajador, ágil, muy inteligente y de muy buena memoria. En estos primeros años se destacaba como buen narrador. A sus amigos les compartía ejemplos escuchados en los sermones de los domingos de la iglesia del pueblo. Al final de los discursos les enseñaba a rezar y a hacer la señal de la cruz y a invocar a la Madre de Dios. También, los hacía divertir con ejercicios acrobáticos; le gustaba correr, trepar los árboles, caminar sobre una cuerda tensa, caminar haciendo la vertical y dar saltos espectaculares. Así entre acrobacias y rezos Juanito educaba a los niños y adultos que se le acercaban.
Un 26 de marzo de 1826, en la fiesta de Pascua, Juanito Bosco hizo su Primera Comunión. Tenía 11 años.
En noviembre de 1829 el Capellán Juan Caloso observó con suma atención al jovencito Juan Bosco que asistía con mucha devoción las celebraciones del Jubileo. Le preguntó si entendía los sermones. Juan Bosco le repitió de memoria todos los sermones, así lo invitó a progresar en sus estudios del latín. Don Caloso le animaba a Juanito para que se confesara y recibiese la Eucaristía. El mismo escribirá más tarde: «En esta época comencé a gustar lo que era la vida espiritual». Pero, al poco tiempo Don Caloso se enferma y Juanito pierde a su primer y gran amigo.
A comienzos del año 1831 Juan Bosco empezó a asistir a la Escuela Parroquial de Castelnuovo para terminar sus estudios básicos. El 3 de noviembre de 1831, Juan entró en la Escuela Secundaria de Chieri a tan solo unos 10 Km. de Turín. Debido a su edad e inteligencia logró hacer 3 cursos en un año y fue siempre el primero entre sus compañeros. Durante su permanencia en Chieri, Juan Bosco creó la “Sociedad de la Alegría”, un grupo juvenil con muchachos de la zona a fin de sacarlos de la mala vida de la calle y hacerlos más buenos. Así surgió un pequeño reglamento que expresaba:
1) Ninguna acción ni palabra que pueda avergonzar a un cristiano se debe hacer.
2) Cumplir bien con los deberes escolares y religiosos
3) Estar siempre alegres.
Domingo Savio– su alumno predilecto- dirá más tarde: “Nosotros hacemos consistir la santidad en estar siempre alegres”. Los paseos, los juegos, las carreras, el canto y la oración eran expresiones de esta ”Sociedad de la Alegría”. Los miembros de esta simpática sociedad se reunían los domingos por la tarde para jugar, hacer acrobacias de Juan y escuchar sus palabras.
Durante 6 años permaneció Juan Bosco en el Seminario de Chieri preparándose para ser sacerdote.
A Don Bosco- recién ordenado sacerdote- se le ofrecen varios campos de trabajo, Don Cafasso invita a don Bosco a visitar a los jóvenes de la cárcel y allí comenzó su obra.
Don Bosco consideraba a San Francisco de Sales como modelo de los educadores, este fue así para Don Bosco, en toda su vida, su modelo e intercesor por su bondad, por su celo por las almas y por la castidad.
Al terminar el Curso en el Colegio Eclesiástico Don Bosco fue nombrado Director espiritual del Hospital de Santa Filomena (para niñas enfermas y discapacitadas) bajo la dirección de la Marquesa Barolo. Hubo también otras obras de caridad, tales como la Casa del Refugio (para mujeres publicas) y la Casa de las Magdalenas (para chicas en peligro, menores de hasta 14 años. La marquesa permitió que Don Bosco atendiera también a las mujeres de sus obras sin descuidar a sus muchachos. Allí, junto al teólogo Borel, reunía a sus muchachos los fines de semana para la enseñanza de la catequesis y otras actividades. Este oratorio de llegó a llamar “Oratorio de San Francisco de Sales” en honor al santo de la caridad cristiana por su dulzura y el buen trato con las personas. Don Bosco decía: “Aquí se aprende: amor al trabajo, frecuencia a los santos sacramentos, respeto a las autoridades y alejarse de las malas compañías.”
En los primeros días de julio de 1846 Don Bosco se enferma muy gravemente. Los jóvenes lloraron primero y luego rezaron mucho para que recuperara su salud. Hicieron algunas promesas y algunos sacrificios. Luego de un tiempito en reposo Don Bosco recupera su salud y sus chicos lo festejan a lo grande en el oratorio. En la capilla, Don Bosco le agradece a Dios por su recuperación y poder así continuar con sus muchachos.
Para afrontar el problema de la ignorancia de muchos de sus jóvenes Don Bosco organizó clases dominicales de lectura para los analfabetos. Las clases se daban por la noche de lunes a viernes en donde se enseñaba a leer, escribir y un poco de catecismo. Para eso Don Bosco escribió un libro que tuvo 6 ediciones titulado “El Sistema métrico decimal para uso de los artesanos y gente del campo” con las cuatro operaciones fundamentales de la aritmética.
Para dar orden y estabilidad a la obra, Don Bosco empezó a escribir en 1846 un reglamento para el Oratorio. Y de allí surgieron las famosas “Compañías”, un elemento esencial para la educación y formación de sus muchachos. Eran como un grupo de jóvenes que se reunían semanalmente para avanzar en su conducta y formación, y ayudar así, a sus compañeros a ser mejores. Un año después, en 1847, nació la “Compañía de San Luís Gonzaga”. Don Bosco hizo el reglamento para esta Compañía y que fuese aprobada por Mons. Franzoni . El reglamento pedía: dar buen ejemplo, frecuentar los sacramentos de la eucaristía y la reconciliación, evitar los malos compañeros y practicar el amor y la caridad.
En ese tiempo, Don Bosco publica “El Amigo de la juventud” un diario que debía de circular dos veces por semana para difundir la verdad y orientar a los jóvenes tanto en el plano político como religioso. En el primer trimestre alcanzó un total de 137 abonados. Con la ayuda de mucha gente de bien, Don Bosco se vio en la necesidad de levantar una Capilla en honor a San Francisco de Sales. El 20 de julio de 1851 se bendijo la primera piedra fundamental. Don Bosco siguió pidiendo dinero por todas partes. Con esta cantidad se pudo construir dicha capilla para el santo protector. El 20 de julio de 1852 se consagraba Iglesia de San Francisco de Sales. En esta capilla rezaron Santo Domingo Savio, Mamá Margarita y Miguel Magone. Aquí celebró su primera misa Don Miguel Rúa, el primer sucesor de Don Bosco en la continuidad de la Obra de los Salesianos. Y en junio de 1869 se inauguró un Templo dedicado a María Auxiliadora. Así, poco a poco, fue creciendo este Oratorio.
En el año 1853 comenzaron los talleres para aprender zapatería y sastrería. Los primeros maestros fueron Don Bosco y su madre Margarita. En 1854 se inició el taller de Encuadernación. En 1856 el taller de Carpintería y mueblería. En 1861 empezó el taller de imprenta donde se imprimieron “las Lecturas Católicas”. En el año 1862 se abrió el taller de cerrajería, precursor de los talleres de mecánica. Don Bosco encontró muchas dificultades para mantener los talleres y busco diversas formas para lograr sus fines. Como la cosa no iba según los pensamientos de Don Bosco, él mismo tomó la responsabilidad moral y administrativa de los talleres, dejando a los jefes instructores solo la formación profesional de los aprendices. Entonces se le ocurrió una idea genial: de entre los mejores alumnos y personal que tenía a su cargo formó un grupo de personas a las que él los llamó “Hermanos Coadjutores” o religiosos laicos, competentes con sus diversos oficios y que buscaban la formación y la educación profesional de los jóvenes. Según Don Bosco los coadjutores salesianos son religiosos laicos con la misión de evangelizar y educar a los jóvenes, en donde la calidad de la formación profesional de las escuelas de artes y oficios se debió en gran parte a estos hermanos coadjutores.
Don Bosco, junto con recibir y educar jóvenes trabajadores aprendices de algún oficio, recibió también desde un principio a jóvenes estudiantes que le ayudaban como “monitores” para sus oratorianos y en la formación de futuros sacerdotes para sus obras educativas y para la Iglesia local. También, se supo ganar la confianza y la conquista de otros jóvenes que se llegaban al oratorio los días jueves por la tarde con tal de pasar unos momentos tranquilos con Don Bosco. En 1850 Don Bosco recibió al joven Miguel Rúa de 13 años (que luego sería el primer Sucesor de Don Bosco) a que aprendiera a estudiar el latín. Los estudiantes internos llegaron a 121 en 1857. En 1851 Don Bosco se encontró con un jovencito de 12 años llamado Juan Cagliero (que luego vendría a la Argentina con los primeros 10 misioneros de la Patagonia y con título de primer Obispo en 1875).
Para acompañar a los jóvenes en los oratorios y talleres Don Bosco plantea un nuevo sistema educativo: el Sistema Preventivo. Este sistema resume la filosofía educativa de Juan Bosco en tres palabras: Razón, Religión y Amor. Para él es imposible educar a un joven por medio de la razón, si no se lo ama, se entiende sus problemas y se lo apoya a resolverlos, con la ayuda y la iluminación de Dios.
En 1872, funda, conjuntamente con María Mazzarello, la Comunidad de las Hijas de María Auxiliadora. Congregación que desempeñará un trabajo similar al de San Juan Bosco, pero con mujeres. Para 1875, es decir tres años más tarde, envía el Primer grupo de Misioneros a la Argentina y los años siguiente, los misioneros seguirán siendo enviados a varias partes del mundo, para trabajar por sus destinatarios preferenciales: los pobres y los jóvenes y para crear una sociedad más libre, más equitativa y más cristiana.
Don Bosco muere el 31 de enero de 1.888.