Entre los años 1882 y 1892 la gobernación de Tucumán invitó a los padres Salesianos a fundar una escuela de Artes y oficios, para la que eran especialistas, con la inquietud y el carisma heredados de Don Bosco. Pero es recién en el año 1916 cuando el padre Lorenzo Massa concreta la misión, recibiendo de manos del padre canónigo Monseñor Zavaleta una casa ubicada en Chacabuco al 300 en la que funcionaba un asilo para niños indigentes.
La Iglesia de Tucumán no cejaba en sus intentos de crear una escuela profesional católica y de contar con la presencia de los Salesianos entre su clero, con la intención de atender las necesidades de la niñez considerada tanto “en peligro” como “peligrosa”, entre ellas una escuela que les brindara la formación en un oficio. Esta intencionalidad educativa era acompañada además por el interés del sector empresarial azucarero, en auge, en radicar personal religioso especializado en la “moralización” y capacitación laboral de los sectores obreros. El perfil Salesiano del obrero cristiano formado en una escuela religiosa de artesanos, con cierto nivel de calificación laboral y respetuoso del orden se adecuaba a estas expectativas.
El padre Lorenzo Massa llegó a Tucumán en febrero de 1916 acompañado por el padre Federico Della Vedova y tres hermanos coadjutores, encontrándose con 35 huérfanos, un taller de fabricación de escobas y el taller de carpintería, con pocos bancos y algunas herramientas. En los siguientes dos meses organizaron la Escuela Salesiana de Artes y Oficios con los talleres de Imprenta , carpintería y sastrería , con las maquinarias y herramientas necesarias. La escuela conservó el nombre de General Belgrano colocado por el padre Zavaleta al anterior orfanato.
Estos Salesianos tuvieron una rápida inserción en la sociedad tucumana de la época, marcada por la actividad económica de los ingenios, recibiendo apoyo y contribuciones de grandes personajes como Alfredo Guzmán y su esposa Guillermina Lestón, la familia Nougués, entre otros. También recibieron la facultad de tener iglesia y oratorio público, celebrar misa, administrar los sacramentos, la predicación y toda otra función sacerdotal.
La inauguración y bendición de los talleres se realizó en abril de 1916 y actuaron como padrinos el gobernador Ernesto padilla y su señora Elvira Salvatierra.
La nueva casa pasó a pertenecer a la Inspectoría Salesiana San Francisco de Sales (con residencia en Buenos Aires) la que poco tiempo después autorizó a alquilar propiedades adyacentes para más comodidad, recibir alumnos internos y becar alumnos de escasos recursos. Esta iniciativa se basaba en la posibilidad de ofrecer a familias del campo la facilidad de educar a sus hijos en un colegio religioso que les brindara formación con salida laboral.