Muy cerca de San Miguel de Tucumán, se encuentran las Ruinas de Lules, fiel testigo del paso de los misioneros jesuitas por Tucumán.
Están formadas por una antigua capilla y un convento que fueron fundados por la Compañía de Jesús en 1670.En el lugar antiguamente además había una iglesia y convento, viviendas, molino, horno de ladrillos, carpintería (donde construían carros) y herrería (que producía herramientas) e incluso una fábrica de sombreros.
En esta estancia jesuítica se cultivó la primera caña de azúcar del Tucumán y había un trapiche para transformarla en azúcar. Había también una escuela, donde enseñaban a leer a los indios lules. Tras la expulsión de los jesuitas el predio pasó a mano de los dominicos, que a fines del siglo XIX reconstruyeron la capilla.
En este sitio acamparon San Martín y Belgrano durante las guerras de independencia.